Desde siempre, los heladeros han intentado con mayor o menor éxito producir helados que se distingan de la competencia aunque a veces estos nuevos sabores puedan parecer contradictorios con el concepto mismo de “helado”, que en su sentido más general se puede describir como una comida congelada a base de productos lácteos o de agua y azúcar u otros edulcorantes, combinados con frutas u otros ingredientes que le añaden sabor.
La vitrina en mannà Gelats
Ha corrido mucha agua bajo el puente desde que se publicó la primera receta de helados en los Estados Unidos. Fue un simple helado de Albaricoque descrito en el libro The New Art of Cookery, According to the Present Practice, publicado en 1788. En la actualidad la oferta heladera incluye helados tan variados como el de Yakisoba o el de pulpo, que ofrece Ice Cream City en el parque de diversiones Namja Town de Tokio; el helado de rábano picante (horseradish) de Max & Mina en Queens (NY); la variedad de helados basados en el Bacon que ofrece The Ice Cream Store en Rehoboth Beach, Delaware; el helado de langosta con mantequilla de Ben & Bill’s Chocolate Emporium en Bar Harbor, Maine; así como los helados de jojoto (mazorca de maíz), ajo, ají chirel, rosas, calamares o cerveza solera que ofrece la Heladería Coromoto.
Hace muchos años, ¿30 quizás?, visité la Heladería Coromoto en la ciudad de Mérida en plena cordillera Andina en Venezuela. En aquella fecha ya era famosa por su enorme listado de helados más allá de los sabores tradicionales, como por ejemplo el helado de pabellón criollo (frijoles negros -caraotas para los venezolanos – carne mechada, arroz blanco y plátano frito) y la cola de personas que se formaba frente al local para probar sus extravagancias daba fe del éxito que tenía aquella curiosa fórmula, que llegó a recibir el reconocimiento de los records Guinness como la heladería con más sabores del mundo.
A finales de Diciembre del 2014 y principios de Enero del 2015 corrió en la Web la noticia de que aquella heladería había cerrado después de más de 35 años por la escasez de leche que se vive en Venezuela. Esta noticia dio pie a que La Coromoto apareciera en la prensa internacional y en las redes sociales como un ejemplo de las consecuencias de las malas políticas económicas implementadas en aquel país desde hace más de 15 años, lo que obtuvo una airada reacción gubernamental en la revista del Ministerio Del Turismo, donde entre otras cosas decían:
“Esta es la verdad, la única verdad; lo que ocurre es que Manuel da Silva (El propietario de la Heladería Coromoto) es un ciudadano opositor, con todo el derecho para serlo, con la diferencia que está diciendo un embuste y su acción fue programada, mediáticamente programada en los circuitos de la guerra de baja intensidad contra el actual gobierno. Manuel da Silva ya no es un heladero Guinness que vende helados artesanales como el simpático y popular «portu» que fue, sino que ahora es un heladero guarimbero que dice mentiras políticas; de paso, metido a oportunista y pescando en río revuelto, como un artista de televisión tarifado o un «estudiante de la ULA torturado» a punta de dólares USA o un autoexiliado perseguido por el régimen chavista en Miami Beach o en Orlando.”
Desacreditando al propietario de la heladería más famosa de Venezuela el Ministro del turismo intentaba tapar con un dedo una verdad del tamaño del sol: efectivamente no hay leche y por lo mismo, la heladería se vio obligada a cerrar sus puertas por un mes, como humildemente lo explicaba en un letrero escrito a mano en una de sus ventanas.
En todo caso, ochocientos cincuenta y siete sabores son muchos sabores y esa es la variedad que ofrece el menú de esta heladería aunque solo ofrecen de forma simultánea 60 sabores diarios.
La Coromoto comenzó su actividad a principios de la década de los 80 del siglo pasado con los cuatro sabores tradicionales (Fresa, Vainilla, Chocolate y Coco), aunque el éxito que tuvo al introducir una curiosidad, su ahora famoso helado de aguacate, indujo a su propietario y maestro heladero a producir nuevos sabores cada vez más alejados de la tradición.
Así, cuando preparó su helado de Chipi-Chipi (un pequeño molusco muy apreciado en la gastronomía venezolana), la casa Guinness decidió incluir la heladería en su libro de records, corría entonces el año 2006. Habían batido el record anterior de 592 sabores (No hemos podido descubrir aún quien ostentaba el record anteriormente).
La variedad que ofrece la heladería Coromoto incluye sus sabores básicos de Chocolate o fresa, o los mencionados helados de aguacate o de chipi-chipi, pasando por sabores realmente extraños como el helado azul de Viagra, o los sabores de trucha ahumada; el Sunday Mexicano que es un sabor que sintetiza la combinación de frijoles negros, carne, cebolla, chile y tomates; el de crema de cangrejos; el de «La vinotinto», en honor de la selección de football nacional, el de hamburguesa con queso, o de macarrones, también con queso (por cierto, tuvimos la oportunidad de probar en la feria de heladería de Rimini hace un par de años una versión a la italiana de esta combinación: un plato de pasta fría acompañado de una bola de helado de queso parmesano, pero eso sería tema para otro post).
Quizás visitar esta heladería no responda a una inclinación por la alta gastronomía heladera sino a una curiosidad por la experimentación en sabores elaborados y transformados en crema helada, no necesariamente dulce, que refleja la imaginación culinaria de sus autores. Eso sí querido lector, si decide probar cada sabor diariamente y en el país hubiese leche para producirlos, necesitará casi dos años y medio para cumplir semejante proeza.