¿Cuál fue, querido lector, su primera relación con la vainilla? Yo recuerdo muy bien la mía. De niño no me gustaba la leche y no había manera a que accediese a tomar un vaso de leche salvo si llevaba unas gotas de vainilla (2 gotas eran suficientes) y una cucharadita de azúcar. Recuerdo como las gotas de la vainilla formaban un dibujo siempre distinto sobre la superficie de la leche e iba adquiriendo formas y tonalidades totalmente seductoras que solo desaparecían con el peso del azúcar que se añadía al final y que se llevaba todo al fondo.
Con esta fórmula, la leche que al natural me resultaba tan poco apetecible, se convertía a los efectos de mi paladar en manjar de reyes.
Aparentemente estaba en lo cierto, al menos según el pensamiento de los totonacas, una temprana cultura precolombina en la región de Veracruz en México que fueron los primeros en descubrir el exquisito sabor de la Vainilla, a la que consideraban el Néctar de los dioses. Los Aztecas dominaron a los totonacas por allá por el año 1000 y por supuesto hicieron suyo ese néctar con el que Moctezuma aromatizó el chocolate que le ofreció a Hernán Cortez, que hizo lo imposible por descubrir el origen de tan rica fragancia con escaso éxito hasta que finalmente dio con el secreto: una orquídea autóctona incapaz de reproducirse por sí misma, sino que requería de la polinización artificial ya fuera accidental, a través de pájaros o insectos, o intencionadamente por el hombre. En todo caso, si no logra ser polinizada, esta orquídea florecerá por la mañana y morirá al atardecer.
En fin, que el fruto de aquella orquídea, que dicho sea de paso, es el único fruto comestible de las orquidáceas, no era sencillo de obtener y por lo mismo los aztecas se lo guardaban con recelo y aún hoy es un producto sumamente costoso.
El verdadero problema de la vainilla es que es la explotación agrícola más intensiva en cuanto a mano de obra que se conozca; a su vez, su producción se limita a tres o cuatro regiones en el mundo: Tahití, Madagascar, Indonesia y de forma más modesta en México. Por último, es el aromatizante más utilizado en infinidad de campos desde la perfumería hasta mi vaso de leche aromatizado que bebía de niño. Estos tres factores hacen que el precio de la vainilla sea realmente elevado y que en el mercado proliferen vainillas sintéticas, aromas de vainilla e incluso vainilla de segunda mano. De hecho, la vainillina, que es el aroma sintético de vainilla y que fue aislado por primera vez hacia 1858 representa el 97 % de los sabores a vainilla que utiliza la industria en general.
Extraer todo el potencial aromático de la vainilla y sus aceites esenciales es por tanto un trabajo que requiere cuidado para no perder ni un gramo de este caviar aromático. Hace poco asistimos a una conferencia organizada por Eurovanille en el auditorio del Gremio de Pastelería de Barcelona donde se nos explicó la forma de extraer al máximo las propiedades de esta esencia. A continuación compartimos el vídeo de poco más de un minuto con la explicación más que comprensible realizada por el chef Sergi Vela. Disfrútenla y si no tienen tiempo de extraer todo el aroma de la vainilla natural, o no quieren pagar su precio, acérquense a Mannà Gelats y prueben nuestro estupendo helado de auténtica Vainilla de Madagascar en Barcelona.
Si has usado alguna vez vainilla natural, nos gustaría que compartieras tus experiencias con nosotros. No dejes de comentar más abajo. Gracias.